El silencio de las palabras / Reseña de Diente de león


Reseña de José Cruz Domínguez Osorio, publicada originalmente en el Diario de Xalapa
 
Diente de león, de María Baranda con ilustraciones de Isidro R. Esquivel
Laina revela que en pocas horas cumplirá sus once años. Que Felu y Maki irán a verla porque son sus mejores amigos.
María Baranda comparte para los niños lectores estas páginas de fresca poesía que depositarán en el lector bellas imágenes emanadas de la palabra y de las ilustraciones.
En su colección Luciérnagas, Ediciones El Naranjo enseña a los lectores el ritmo de cada palabra hilvanada por María Baranda en Diente de león e ilustrada por Isidro R. Esquivel, encargado de convertir en hermosas imágenes algunos pasajes de lo que Laina cuenta, mundo que se nos muestra en la narración y se hace presente en los trazos y colores en las páginas del libro.
Laina, personaje principal del libro
Imágenes en palabras que van naciendo mientras Laina observa y siente. ¡Grandes emociones brotan desde su interior!
El silencio se rompe
si avientas al aire
unas palabras
como si fueran piedras…
¿Escapan las palabras con la huída de las pequeñas espigas del “diente de león”? Al soplar se extienden las emociones, que se marchan flotando por el aire. Permanece en Laina el momento de ver que “La abuela ya no se despierta…”, sueños y realidad, realidad oculta en los sueños que se vitalizan en el cuerpo de la palabra y su sonido.
En Diente de león se comparte lo visto ante el asombro de un paisaje situado frente a Laina, quien dice “Sí. Había una casa y dos viejitas viejísimas…”
Palabras como cimiento para edificar las imágenes surgidas mientras la lectura se avanza, que el lector se detenga en cada página y atento contemple esos paisajes que María Baranda nos enseña; que las palabras cobijan, acarician y confortan: “Maki me puso en caja de cartón y me cubrió con trapos húmedos, muy fríos…”, como si la compañía de las palabras fuera sanadora.
La presencia de las palabras, tan viva y radiante, que su sonido nos enseña la entraña de esta historia poética. Esas conversaciones entre Felu y Maki, donde se asoman los temores y que permanecen por momentos…
Por la noche oímos unos ruidos
¿serán los cantos de las ranas?
Maki vio dos sombras
Como de fantasmas.
Nos dio miedo.

…y que entre la compañía se encuentra respuesta para dar alivio:

También a nosotros,
pienso yo, también
a nosotros
alguien
debería cuidarnos.

Y como si fuera ese diente de león, espigas que aún están sujetas en el tallo, esperando al leve soplo para escaparse y liberarse, como si las ideas, los sueños y emociones se desprendieran para permanecer flotando en lo ligero de la brisa... Si las atrapa la palabra serán convertidas en armonía y cuerpo de la poesía.

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